Tengo más de 500 amigos. Aún así estoy solo. Hablo con todos
ellos cada día y, sin embargo, ninguno me conoce realmente. Levanta la vista.
El problema está entre mirar a los ojos o mirar un nombre en una pantalla. Porque
al volver a mirar a mi alrededor me doy cuenta de que este medio al que llamamos
“social” no es nada, excepto cuando encendemos nuestros ordenadores y con eso
cerramos nuestras puertas. Toda esta tecnología que tenemos es solo una
ilusión. La comunidad, la compañía y el sentido de la inclusión, y aún cuando
dejas este dispositivo de ilusión te despiertas para ver un mundo de confusión.
Un mundo en el que somos esclavos de la tecnología que dominamos, donde la
información es vendida por algún rico y codicioso bastardo. Un mundo de interés
propio, de imagen propia, de promoción propia. Donde compartimos las mejores partes,
pero dejamos fuera la emoción. Somos felices cuando compartimos una
experiencia. Pero ¿Es lo mismo si nadie está ahí? Está ahí para tus amigos y
ellos estarán ahí para ti. Pero no habrá nadie en un grupo de WhatsApp.
Editamos y exageramos, imploramos atención, pero pretendemos no notar la
aislación social. Ponemos las palabras en orden hasta que nuestras vidas
brillen. Pero sabemos que si alguien está escuchando estar solo no es el
problema. Podemos enfatizar, leer, pintar algo o hacer ejercicio, es ahí cuando
estamos siendo productivos y presentes, sin reservas o reparos. Está siendo
despierto, atento y le das buen uso a tu tiempo. Así que cuando estás en público y empiezas a sentirte solo.
Pon tus manos detrás de tu cabeza y deja el teléfono a un lado. No necesitas
mirar el menú o la lista de contactos, solo hablad unos con otros, aprended a
coexistir. No puedo soportar el silencio en un tren lleno, donde nadie quiere
hablar por el miedo a parecer loco. Nos estamos volviendo antisociales que no
pueden encontrar satisfacción en mirarnos los unos a los otros y mirar a los
ojos de alguien. Estamos rodeados de niños que, desde que nacieron, nos han
visto vivir como robots y pensar que es la norma. No es probable que seas el
mejor padre del mundo si no puedes entretener a tu hijo sin un iPad. Antes, los
niños nunca estaban en casa, estaban fuera con sus amigos y sus bicicletas,
dándole uso a sus zapatillas y pelándose las rodillas, construyendo una casa en
lo alto de un árbol. Ahora los parques están callados, eso me da un escalofrío,
el hecho de no ver niños fuera y los columpios ahí quietos. No hay salto a la cuerda, rayuela, no hay
juegos ni carreras. Somos una generación de idiotas, de teléfonos inteligentes
y gente tonta. Así que levanta la mirada y apaga la pantalla. Aprovecha los
alrededores y haz todo lo que puedas en tu día. Solo una conexión real es lo que
necesitas, para que veas, la diferencia que puede marcar el simple hecho de
estar ahí. Estar en el momento en el que ella te de esa mirada, que recordarás
para siempre porque es cuando te enamoraste. La primera vez que le tomes la
mano. El primer beso. La primera discusión, pero que amarás más que a tu vida.
El momento en el que no tendrás que twittear lo que has hecho, porque solo
querrás compartirlo con esa persona. Cuando vendas tu ordenador para comprarle
un anillo a la chica de tus sueños, que ahora es tu realidad. El momento en el
que querrás formar una familia. Y el momento en el que tomarás en brazos a tu
primera hija, y te volverás a enamorar de nuevo. Las veces que te mantendrá
despierto por la noche y lo único que querrás es descansar. Cuando te seques
las lágrimas al irse tu “pequeño bebé” del nido. Y cuando vuelva a casa con un
niño que puedes sostener y cuando te diga “abuelo” y te haga sentir realmente
viejo. El momento en el que revisarás todo lo que has hecho, solo por prestarle
atención a la vida y lo contento que estás de no haberla desperdiciado mirando
abajo a un invento. El momento en el que tomarás la mano de tu esposa, sentado
al lado de su cama, diciéndole que la amas y besando
su frente. Ella te susurrará suavemente, cuando su corazón dé el último latido,
que tuvo suerte de que la parase ese chico perdido en la calle en lugar de
mirar la dirección en el GoogleMaps. Pero puedes tener por seguro, que nada de
esto ocurrirá, no tendrás nada de esto, si estás tan ocupado mirando hacia
abajo. No ves las oportunidades que pierdes. Así que levanta la vista de tu
teléfono, apaga la pantalla. Tenemos una existencia finita, unos días contados.
No malgastes tu vida siendo atrapado por una red, ya que cuando llegue el
final, no hay nada peor que el arrepentimiento.
Yo también soy culpable de ser parte de esta máquina. Este
mundo en el que somos escuchados pero no vistos, en el que escribimos mientras
hablamos y leemos cuando chateamos. Un mundo en el que pasamos horas juntos,
sin hacer contacto visual. No te entregues a una vida en que sigas el camino de
la masa, dale a la gente tu amor, no un “Me Gusta”. Desconéctate de la necesidad
de ser escuchado y definido. Sal a conocer el mundo. Deja atrás las
distracciones. Levanta la vista del teléfono u ordenador. Apaga la pantalla.
Deja de leer esto. Y vive la vida de la forma real
No hay comentarios:
Publicar un comentario