-¡Ivanna, para! ¿No ves que ya
está muerto?
-¡Cállate, Violetta! ¡Este cabrón
merece morir dos veces!- contestó y soltó un sonora carcajada, cesó su disparo
y bajó el arma.
Andrew echó a correr hacia el
hombre que sujetaba la esfera, éste se percató y comenzó a huir por las
desiertas calles, pero el búlgaro corría mucho más y cada vez lo tenía más
cerca. Cuando le alcanzó le asestó un fuerte puñetazo en la cara y se agachó a
coger la esfera, la levantó alto con la acción de romperla, pero Violetta apareció
en un segundo a su lado.
-¡No la rompas! Cuestan una
fortuna.
-Vale, señora- le extendió el
cristal y ésta se lo guardó en una pequeña cavidad de la armadura.
-La próxima vez ponte unos
pantalones con bolsillos, hoy nos enfrentábamos solo a un enemigo, pero cuando
haya varios, a mi me tocará luchar. Ah, y de señora nada, llámame por mi nombre
que para algo lo tengo.
El hombre, aún en el suelo,
comenzó a arrastrarse para huir, Andrew lazó una patada hacia él, pero en el
camino golpeó con un objeto metálico, era una barra de acero que se había
clavado en el suelo. Soltó un alarido de dolor y comenzó a saltar a la pata
coja. No sabían de donde había salido eso, pero tenía que haber un enemigo
cerca.
-¡Grafo Solugo!- gritó una voz
masculina atrofiada por el tabaco.
-¡Shido Foruso!- contestó Andrew
con la esfera en la mano, saltó en un momento hacia su compañera y los brazos
de ésta se fueron estirando y los envolvieron en una cúpula metálica llena de
luces de neón.
Contra ellos chocó un objeto
indeterminado que ellos no podían ver. Poco tardó en empezar a escucharse la
ametralladora de Ivanna disparando sin parar.
-¡Arno Solu!- acompañado por las
balas se escuchaban pequeños golpes metálicos.
La cúpula desapareció y sus
brazos volvieron a la normalidad, y a sus ojos quedó lo que parecía ser una
figura humanoide cubierta de metal, acompañado por un motero con gafas de sol
que observaba a cierta distancia como su compañero interceptaba las balas una
por una sin sufrir ningún daño.
-Utiliza alguna habilidad,
imbécil- le ordenó Ivanna a Dwain mientras disparaba como una loca- ¡El cuarto!
-¡Baberuga Radiko!
El arma de la chica empezó a
aumentar de tamaño hasta convertirse en un gigantesco cañón casi tan grande
como ella, de la que sobresalían pequeños cañones. Lo rodeaban un montón de
luces de neón de diferentes colores. “Objetivo
fijado, preparado para el disparo” se escuchó de dentro del arma. La chica
apretó un pequeño gatillo, y de la ametralladora salieron un montón de misiles
dirigidos hacia su enemigo, que aún conservaba su forma.
-¡Maleb Soluro!
Aquella figura se partió en un
montón de pedazos que rápidamente tomaron la forma de manos que atraparon los
misiles al vuelo. El motero se bajo las gafas y guiñó un ojo. Levitando en el
aire, los misiles tomaron dirección hacia donde estaban Violetta y Andrew, que
no habían entrado a la pelea.
-¡No!- gritó Ivanna.
El búlgaro se cubrió de espaldas
al ver que los cohetes iban dirigidos hacia él. Cuando impactaron todo se llenó
de humo.
-¡Andrew!- se escuchó la voz de
su compañera- ¿Dónde estás?
Estaba claro que no había muerto.
Ivanna para darles tiempo se lanzó de un salto hacia su enemigo, que había
vuelto a su estado natural dejando a la vista un joven de mirada brillante, con
un pelo rubio y liso que le caía por los hombros. Comenzaron a luchar a
puñetazos, pero éste llevaba ventaja dado que podía convertir sus puños en
acero.
Cuando la humareda se disolvió
quedó al descubierto la espalda desnuda y quemada de Andrew, no había ni rastro
de su camiseta, se hallaba agazapado en forma de pelota en el suelo. Incluso
podía oírse como lloraba. Violetta se acercó corriendo.
-Yo sentir mucho no poder ayudar
Violetta- decía intentando reincorporarse.
-No pasa nada, rompe la esfera y
vete corriendo, no quiero que mueras- se secó las lágrimas con el hombro y le
ayudó a levantarse dejando a ver su cara quemada por la explosión.
-No, suéltame, tú y yo ganaremos
batalla, no hay nada que tú merecer más que ser libre. Todo complot, culpa de
mafias. Ellos arrebatarte a ti tu familia y amigos, tú tienes que ver ellos de
nuevo.- contestó soltándose e intentando mantenerse en pie- ¡Vamos! Ganar es
mínimo.
Violetta le miraba llorando,
quiso quitarle la esfera pero éste movió la mano. Entonces, aquel trozo de
diamante comenzó a brillar intensamente. El brillo era tan intenso que los
otros detuvieron la pelea para
observarlo.
-Eh… Razor ¿Qué significa eso?-
preguntó el motero.
-No lo sé, Remb, pero creo que
deberíamos salir de aquí cagando leches- se quitó a Ivanna de encima de un
puñetazo y salió corriendo junto con su compañero.
-¡Teo Foruso!- gritó Andrew con
todas sus fuerzas.
Las manos de Violetta fueron
aumentando rápidamente de tamaño hasta volverse gigantescas, enormes, incluso
más grande que un edificio abandonado que había allí. Los rodeaba un brillo
morado y todas las luces de los puños brillaban. Razor se giró por un segundo y
quedó perplejo al ver que aquella bestialidad estaba apuntando hacia él.
-Remb…
-Pero ¡¿Qué cojones?!- gritó el
motero abriendo los ojos como platos.
Ivanna también miraba alucinada.
El aura que rodeaba los puños estaba también alrededor de Andrew que aún seguía
gritando la última vocal de la habilidad. Violetta soltó un alarido y sus
brazos se desprendieron, chocando en unos segundos contra sus enemigos.
No quedó ni rastro de ellos ni de
los puños, sólo un enorme cráter en el suelo, y en el borde los cuerpos
inconscientes de Andrew y Violetta.
-Ya sabes lo que toca, Dwain, hay
que devolverles la mano que nos echaron en el banco.
-Ya, pero ni tú ni yo sabemos
conducir.
-No creo que sea muy difícil.- se
limpió la sangre de la boca, colgó su ametralladora en la espalda, acomodó su
pelo azul en una coleta, y tras echarse a su hermana al hombro comenzó a andar
lentamente.
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