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martes, 12 de noviembre de 2013

Megax (Capítulo 12) - Solo

-¡Ivanna, para! ¿No ves que ya está muerto?

-¡Cállate, Violetta! ¡Este cabrón merece morir dos veces!- contestó y soltó un sonora carcajada, cesó su disparo y bajó el arma.

Andrew echó a correr hacia el hombre que sujetaba la esfera, éste se percató y comenzó a huir por las desiertas calles, pero el búlgaro corría mucho más y cada vez lo tenía más cerca. Cuando le alcanzó le asestó un fuerte puñetazo en la cara y se agachó a coger la esfera, la levantó alto con la acción de romperla, pero Violetta apareció en un segundo a su lado.

-¡No la rompas! Cuestan una fortuna.

-Vale, señora- le extendió el cristal y ésta se lo guardó en una pequeña cavidad de la armadura.

-La próxima vez ponte unos pantalones con bolsillos, hoy nos enfrentábamos solo a un enemigo, pero cuando haya varios, a mi me tocará luchar. Ah, y de señora nada, llámame por mi nombre que para algo lo tengo.

El hombre, aún en el suelo, comenzó a arrastrarse para huir, Andrew lazó una patada hacia él, pero en el camino golpeó con un objeto metálico, era una barra de acero que se había clavado en el suelo. Soltó un alarido de dolor y comenzó a saltar a la pata coja. No sabían de donde había salido eso, pero tenía que haber un enemigo cerca.

-¡Grafo Solugo!- gritó una voz masculina atrofiada por el tabaco.

-¡Shido Foruso!- contestó Andrew con la esfera en la mano, saltó en un momento hacia su compañera y los brazos de ésta se fueron estirando y los envolvieron en una cúpula metálica llena de luces de neón.

Contra ellos chocó un objeto indeterminado que ellos no podían ver. Poco tardó en empezar a escucharse la ametralladora de Ivanna disparando sin parar.

-¡Arno Solu!- acompañado por las balas se escuchaban pequeños golpes metálicos.

La cúpula desapareció y sus brazos volvieron a la normalidad, y a sus ojos quedó lo que parecía ser una figura humanoide cubierta de metal, acompañado por un motero con gafas de sol que observaba a cierta distancia como su compañero interceptaba las balas una por una sin sufrir ningún daño.

-Utiliza alguna habilidad, imbécil- le ordenó Ivanna a Dwain mientras disparaba como una loca-  ¡El cuarto!

-¡Baberuga Radiko!

El arma de la chica empezó a aumentar de tamaño hasta convertirse en un gigantesco cañón casi tan grande como ella, de la que sobresalían pequeños cañones. Lo rodeaban un montón de luces de neón de diferentes colores. “Objetivo fijado, preparado para el disparo” se escuchó de dentro del arma. La chica apretó un pequeño gatillo, y de la ametralladora salieron un montón de misiles dirigidos hacia su enemigo, que aún conservaba su forma.

-¡Maleb Soluro!

Aquella figura se partió en un montón de pedazos que rápidamente tomaron la forma de manos que atraparon los misiles al vuelo. El motero se bajo las gafas y guiñó un ojo. Levitando en el aire, los misiles tomaron dirección hacia donde estaban Violetta y Andrew, que no habían entrado a la pelea.

-¡No!- gritó Ivanna.

El búlgaro se cubrió de espaldas al ver que los cohetes iban dirigidos hacia él. Cuando impactaron todo se llenó de humo.

-¡Andrew!- se escuchó la voz de su compañera- ¿Dónde estás?

Estaba claro que no había muerto. Ivanna para darles tiempo se lanzó de un salto hacia su enemigo, que había vuelto a su estado natural dejando a la vista un joven de mirada brillante, con un pelo rubio y liso que le caía por los hombros. Comenzaron a luchar a puñetazos, pero éste llevaba ventaja dado que podía convertir sus puños en acero.
Cuando la humareda se disolvió quedó al descubierto la espalda desnuda y quemada de Andrew, no había ni rastro de su camiseta, se hallaba agazapado en forma de pelota en el suelo. Incluso podía oírse como lloraba. Violetta se acercó corriendo.

-Yo sentir mucho no poder ayudar Violetta- decía intentando reincorporarse.

-No pasa nada, rompe la esfera y vete corriendo, no quiero que mueras- se secó las lágrimas con el hombro y le ayudó a levantarse dejando a ver su cara quemada por la explosión.

-No, suéltame, tú y yo ganaremos batalla, no hay nada que tú merecer más que ser libre. Todo complot, culpa de mafias. Ellos arrebatarte a ti tu familia y amigos, tú tienes que ver ellos de nuevo.- contestó soltándose e intentando mantenerse en pie- ¡Vamos! Ganar es mínimo.

Violetta le miraba llorando, quiso quitarle la esfera pero éste movió la mano. Entonces, aquel trozo de diamante comenzó a brillar intensamente. El brillo era tan intenso que los otros  detuvieron la pelea para observarlo.

-Eh… Razor ¿Qué significa eso?- preguntó el motero.

-No lo sé, Remb, pero creo que deberíamos salir de aquí cagando leches- se quitó a Ivanna de encima de un puñetazo y salió corriendo junto con su compañero.

-¡Teo Foruso!- gritó Andrew con todas sus fuerzas.

Las manos de Violetta fueron aumentando rápidamente de tamaño hasta volverse gigantescas, enormes, incluso más grande que un edificio abandonado que había allí. Los rodeaba un brillo morado y todas las luces de los puños brillaban. Razor se giró por un segundo y quedó perplejo al ver que aquella bestialidad estaba apuntando hacia él.

-Remb…

-Pero ¡¿Qué cojones?!- gritó el motero abriendo los ojos como platos.

Ivanna también miraba alucinada. El aura que rodeaba los puños estaba también alrededor de Andrew que aún seguía gritando la última vocal de la habilidad. Violetta soltó un alarido y sus brazos se desprendieron, chocando en unos segundos contra sus enemigos.
No quedó ni rastro de ellos ni de los puños, sólo un enorme cráter en el suelo, y en el borde los cuerpos inconscientes de Andrew y Violetta.

-Ya sabes lo que toca, Dwain, hay que devolverles la mano que nos echaron en el banco.

-Ya, pero ni tú ni yo sabemos conducir.


-No creo que sea muy difícil.- se limpió la sangre de la boca, colgó su ametralladora en la espalda, acomodó su pelo azul en una coleta, y tras echarse a su hermana al hombro comenzó a andar lentamente.

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