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jueves, 26 de septiembre de 2013

Bioshock Infinite (Parte 3)

Booker despertó en el mismo sitio donde había caído. Dedujo que habían pasado un par de horas por la posición del sol. Rápidamente recordó que es lo que hacía allí, la mujer esa con la bebida. Pero no estaba, el puesto había desaparecido. DeWitt lo pasó por alto. Tenía muchísima sed, pero no le quedaba efectivo. Se acercó a una máquina expendedora y revisó la cajetilla de los cambios a ver si alguien los había olvidado. No era el caso. Lo extraño fue, que al sacar la mano de la máquina, ésta emitió una especie de plasma verde y del artefacto comenzaron a salir botellas de agua a montones. La gente empezó a cogerlas y salir corriendo, así que Booker hizo lo mismo.

No tenía rumbo alguno, vagaba al azar por la ciudad. Hasta que vio algo que le dejó de piedra. Era un cartel que ponía “Conoceréis al falso pastor por esta marca”, y justo abajo había una mano ¿Cómo definirla? Perversa, con las siglas AD marcadas, no tatuadas, marcadas, como heridas. DeWitt se miró la suya, y para sorpresa, allí estaban. Exactamente esas dos letras. Obviamente él ya las había visto, pero supuso que era una casualidad. Tonto.

-Y ahora ¡La rifa de 1912 está oficialmente en marcha!
-¡Señor DeWitt! ¡Eh, DeWitt!- llamaban a Booker de entre una multitud que había congregada delante de un escenario

Se adentró entre la gente para comprobar quien le estaba nombrando. Se trataba de una chica con una cesta llena de pelotas colgada del cuello. Tenía el pelo rubio e iba vestida con ropas de campesina, así que supuso que le estarían metiendo en aquel evento.

-No puedo comprar nada- le informó DeWitt
-Bobo, la rifa no cuesta nunca nada ¿Es que has estado viviendo en una cueva?

Cogió una pelota sin hacer caso al comentario de la chica. Era el número 77.

-¿El 77?
-Es un número afortunado, espero que le toque- le dijo y luego se marchó
-¡Traedme el cuenco! ¿No es la joven blanca más guapa que habéis visto en Columbia?- preguntó el presentador riendo mientras la chica de antes le acercaba un barreño con pelotas- Muy bien… el ganador es… ¡El número setenta y siete!
-Vaya ¡Que sorpresa!- se dijo Booker a sí mismo irónicamente

Una mujer que tenía a su lado empezó a señalarle exclamando que él era el ganador.

-Muy bien afortunado, aquí está tu premio, primer lanzamiento- gritó el presentador mientras se abría el telón que tenía detrás.

Tras un breve espectáculo de hojas y plantas mecánicas, aparecieron de entre todas, una pareja de una mujer negra y un hombre blanco. Éstos pedían clemencia a gritos. Booker no entendía nada. Miró su pelota.

-¡Vamos! ¿Piensas tirarla ya? ¿O es que te gusta el café bien negro?- pregunto acompañado de las risas de la multitud.
-Tengo algo para ti, hijo de puta- le gritó DeWitt al presentador mientras preparaba la mano para arrojarle la pelota.
-No tan rápido, Booker- le dijo un policía que le había agarrado la mano
¡Es él! Gritaba la gente mientras señalaban al viajero. Los policías le miraban la mano. La marca. AD.

-¿Dónde has conseguido esa marca? Muchacho ¿Es que no sabes que eso te convierte en un sucio traidor? Falso pastor- le comentó el presentador mientras Booker trataba de zafarse de los policías- Y no permitiremos que haya un falso pastor en nuestro rebaño ¿No? Mostradle lo que tenemos planeado.

De la nada, un policía sacó una especie de gancho triple, un arma difícil de explicar. Consistía en tres ganchos montados sobre un disco que mediante un gatillo giraban a una velocidad alucinante.
DeWitt reaccionó rápido. Lanzó la pelota del sorteo al aire levemente para distraer unos segundos la atención de los policías, zafó su mano derecha y golpeó al policía desarmado contra la máquina esa, mutilándole así la cabeza. El otro policía, asustado, se desenganchó aquella máquina del brazo y se dispuso a pelear con Booker a puñetazo limpio. Pero éste fue más listo, cogió el gancho y le golpeó con él en la cabeza dejándolo inconsciente. Hizo lo mismo con los policías que tras reaccionar con lo que estaba pasando se lanzaron hacia DeWitt. Tras acabar con los cuatro a puñetazo limpio (bueno, con un poco de trampa) robó una pistola y la munición que tenían los demás y se marchó corriendo. Poco tardaría en correrse la voz sobre ello, y en ese momento sí que estaba jodido. Poco tardaron en enviar refuerzos, pero esto era diferente, nunca había visto nada igual. Parecía un soldado normal y corriente, pero en lugar de disparar armas, lanzaba fuego por las manos. Si, por las manos. Soltaba pequeños meteoritos que a la larga explotaban. Eso sin contar el hecho de que estaba ardiendo, sí, completamente en llamas. Gritaba como un poseso y perseguía a Booker que asustado, corría por toda la calle y de vez en cuanto soltaba un tiro al azar con la pistola, que por cierto, era otra Mauser, así que el daño que hacían era insignificante. Además no había nadie para socorrerle, o por lo menos para desviar la atención de aquella criatura. A lo lejos divisó una barandilla por la cual pasaba uno de esos raíles porta mercancías. Aquel lo que sea no tenía pinta de ser muy listo, el muy estúpido se chocaba contra todo, incluso si no estaba en su camino, vamos, que era idiota. DeWitt lo tuvo claro, echó a correr para coger carrerilla y se lanzó directamente hacia el raíl. Para sorpresa suya, el gancho que le había robado a los policías llevaba una especie de imán, supuso que lo utilizaban para desplazarse rápidamente por la ciudad, el cual le permitía moverse por los raíles regulando la dirección. De no ser por ello, posiblemente hubiera caído al vacío. Igual que hizo aquel monstruo, que siguió a Booker detrás de él y rompió la barandilla.
Para asegurarse de que no había más amenazas, bajó de un salto, se metió por el agujero que había dejado el soldado aquel en la barandilla y volvió al lugar donde se encontró con aquella criatura. Era como una plaza bastante grande en la cual había, en medio, una especie de inscripción sobre un pedestal, ponía “Sin dioses, ni reyes, solo el hombre”. Pero había algo más interesante para DeWitt. Era otra bebida, como la que le dio la mujer de la feria, pero ésta no era verde, sino roja. Ponía Beso del diablo ¿Habría bebido de allí el demonio ese? Y si era el caso ¿Al beberla quedaría como él? Solo había una forma de comprobarlo. La abrió y le pegó un buen trago, total, no tenía nada que perder. Esperó a que volviese a hacer efecto, al igual que la otra vez. Ahora fue más intenso. No es que a él le pareciera que le ardían las manos. Estaban en llamas de verdad, llamas rojas, y sus dedos se carbonizaban cayéndose a pedazos. DeWitt parpadeó y todo se detuvo, sus manos estaban en su estado natural, incluso con la marca del falso profeta presente en la diestra. No sabía para qué servía, ni como se utilizaba, pero prosiguió en su camino. Ya podía ver la estatua, había un par de raíles que llegaban hasta ella, así que deslizándose podía llegar. Abrió la puerta de un bar de una patada, dentro, había un hombre con una mujer. Él limpiaba la barra mientras ella fregaba los platos.

-Oh, perdón- exclamó Booker avergonzado- pensé que todos habían huido
-Nosotros no huimos DeWitt, es más, somos los que aparecemos cuando el resto se van.
-¿Quiénes sois?- estaba muy confuso
-Tiempo al tiempo, por lo pronto prueba esto, hay muchas armas de fuego por ahí, te ayudará- le comentó la mujer extendiéndole una botella amarilla que no era igual que las otras dos, ésta tenía forma cónica, el contenido no era de ese tipo
-¿Qué es esto?
-Tú bebe y calla

Lo agarró y comenzó a beber, el sabor era agrio. Al acabarlo un destello amarillo iluminó sus ojos y lo cegó durante unos treinta segundos.

-¿Qué mierda esto? ¡No veo nada!
-Que curioso-comentó la mujer
-¿Te sorprende que funcionara?- el hombre intervino por primera vez
-No, lo curioso es que no le matara
-Pero un campo magnético repulsor puede ser útil
-Si es que no te mata
-Tienes razón

Cuando Booker recuperó la visión no había nadie en el bar. Buscó por todos lados pero no encontró a aquella pareja. En la puerta hacia la trastienda encontró una nota, ésta ponía:
Tráenos a la chica y saldarás tu deuda.
Es tu última oportunidad.


Abrió la puerta, y no dio crédito a lo que vio ¿Qué hacía aquello en un bar? ¿Hacia donde le llevaba todo eso?

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