Información adicional

Twitter: @jyolosolo Email: juanmaestevegallideathnote@gmail.com Página de Facebook: facebook.com/ojosqueleen

martes, 7 de julio de 2015

JDR

Me gusta pensar en las maravillas que a veces hace el destino. Como es capaz de juntar a cincuenta personas que poco y nada tienen que ver, para convertirlos en una enorme familia durante cinco días. Cada uno con sus peculiaridades, con sus secretos y sus exclusivas, su vida privada que se convierte en pública.
La cosa es que estaba yo, vestido con una camisa de bachiller, con gorguera y todo, unas mallas que me hacían pasar un calor que servía como tráiler, un pantalón enorme que usaban los cabezudos de mi pueblo en fiestas de agosto, y esas botas de mujer, rotas en los talones, que me ofrecían un porte majestuoso, cuando la sobrina de Don Quijote de la Mancha me dijo “Oye Juan, me ha fallado una chica para el Campo de Trabajo de Torres que te comente cuando estabas en Salou –he de hacer un inciso en que rechacé tal propuesta por mi agotamiento causado por las ingentes cantidades de alcohol consumidas por mí y mis compañeros de viaje - ¿Te apetecería venir?”. Al pensar en mi situación, de un chaval que, por primera vez en su vida, lleva una para septiembre y que, hasta que tocase estudiar, iba a pasar el verano jugando a Call of Duty Zombies con una lata de Monster en la mano e infinitos cigarrillos en el cenicero, dije “¿Por qué no, un poco de disciplina?”. Así que acepté.
Y allí estaba, con siete chicas con las que, salvo Eva, no mantenía ningún tipo de relación, de camino a un pueblo al que nunca había ido de fiesta, para trabajar. Ansioso por conocer gente, por hacer amigos, y relacionarme con cualquiera que estuviese dispuesto a hacerlo. Al montar la segunda tienda ya no podía más, saqué el móvil y me encontré con una cantidad desconsiderada de mensajes. Habían pasado dos horas que, para mí, habían sido dos minutos. Me lo estaba pasando bien. Así que dejé el agotamiento atrás y, con gorra y gafas de sol en sustitución a mi camiseta, me dispuse a conocer a todo aquel que apareciese por la puerta.
Primero Galindo “el cojo” y Ramiro, cuya madre me subvencionó los cigarros de la tarde. Llevaban tienda de lanzar, benditas tiendas de lanzar, así que no tuve que ayudar a montar.
Aquí me detengo, pues no es mi plan mencionar uno a por uno a los cincuenta, es más, no nombraré a ninguno más, no daré nombres ni apodos pues, no hay nadie que merezca mayor reconocimiento que el grupo entero.
Si algo aprendí de HIMYM, es la facilidad que ofrece este mundo para conocer a alguien, pillarle más cariño que a tu mano derecha y, tras una despedida sin ningún sentido aparente, no volver a verlo jamás. Pues esta fue la primera y la última vez que participo en una de estas actividades y, aunque me duela, la primera y última vez que pasaré una semana como ésta.
Despertando junto a gente que lo único que tiene que ver  conmigo es la de que sus padres hayan firmado un papel para autorizar que su hijo duerma en una tienda de campaña. Desayunando café soluble, incomparable con el de mi cafetera, y doscientos vasos de zumo por mi “intolerancia a la lactosa” para quitarme ese sabor a mierda del piti de antes de dormir. “Currando” con un equipo aleatorio que resultó ser otra familia, dentro de la familia, con la que bostezar y quejarse del calor. Almorzando un bocata aleatorio con una fruta aleatoria. Comiendo en al Aroa, con su camarero puto amo, huyendo para echar un cigarro entre plato y plato. Tomando el sol en la piscina, con miedo a dormirme y que me llenen de pollas dibujadas con permanente que no se quita sin arrancarte la piel. Contando chistes de humor negro en el bar, tan negro que se paraba a abanicarnos. Invirtiendo ese “tiempo libre” antes de cenar para pasearme por todo el recinto preguntado a todos qué tal iba el día, abrazando a tod@s pues desde un principio fui consciente de que en algún momento llegaría el final. Cenando en el Vanesa, mientras que todo Torres se pone en la puerta para ver si llegan ya esos extraterrestres que pagan por trabajar. Escuchando dos mil veces El Taxi y Bailando, mientras trato de engullir la comida fría sin una cañita brava. Alienándome en la velada, sin saber por qué coño estoy haciendo tal cosa a las doce de la noche con toda esa gente. Esperando a que se duerman los monitores, cuales Cancerberos, para poder liarla por las tiendas.
Y tantas cosas, tantas que necesitaría un libro para plasmarlas todas. Ya sé que dije que no podría nombres, pero me veo en la necesidad de nombrar a unos cuantos, solo porque el corazón me lo pide. Pero antes he de pedir no un perdón, sino mil perdones a aquellos que no menciones, pues cada uno de vosotros ha dejado un trozo de sí mismo dentro mío, y eso es lo que importa.
Empiezo por las mías, mis compañeras de taxi, Eva, a quien encontraréis una preciosa dedicatoria en una foto mía de Instagram, con el grupo de franceses, Pilar, Gema, Sara, Alexandra, Candela y Paloma, que, pese a algunos rifirrafes, han dado “buena imagen” de nuestra comarca.
Celia, Alicia y Clara, que me acogieron el primer día en su tienda sin conocerme de nada, gracias a ellas no dormí con Galindo en el campo de fútbol. Os quiero mucho chicas.
Gonzalo y Anabel, el dúo dinámico, que ha dado todo el color que faltaba en JDR, y con quien espero no perder contacto pues es un fantástico dibujante.
David, quien al principio tomé como el ligón del campa, por no conocerlo de nada. Es ese tío que está en todos lados, con una energía anormal, y que pase lo que pase aparecerá para dar vida a la situación.
Ahora mis compañeros de tienda los otros cuatro días, después de que Laura me arrebatase mi loft ¬¬
Fran “Callaos coño que quiero dormir”, y su voz grave asesina, es un tío enorme que no podría olvidarme de mencionar ni aunque me borrasen la memoria. Siempre amable y dispuesto. A quién mataría por pagarle un viaje a Dublín.
Vicky, con quien los malentendidos eran ley de vida, pero junto a las risas y las ironías, los chistes malos y las conversaciones abiertas. Una de las personas que más me ha marcado, sin duda.
Adrián, quien me ha remarcado la frase de “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”. Una persona estupenda que, sin duda, es la que más ha disfrutado de este viaje y a quien deseo más suerte de todos.
Bruno, a quien agradezco esa paciencia infinita que ha tenido conmigo y mi forma de ser.
Y aquí me detengo, repito que siento mucho no poder poner a todos, pero no acabaría en mi vida pues tengo mil cosas que decir de cada uno de vosotros.
Aina, tremenda futbolista. Esther, suerte con tu digestión. Nuria, buena compañía la última noche. Las Paulas ¡Guapas! Ramiro, gracias por romperte los pies bailando mi hard. Carmen, la borracha de la fregona, Álvaro, subo tres cartas y una piedra, Yuri, déjame liarme uno, Alicia, Selena, María, Alba, Miriam, Mario, Elena, Emily, Sergio, etc.

Os quiero chicos, en serio.

lunes, 11 de agosto de 2014

Mamá

No sé qué le pasa a mamá, no está nunca en casa. Yo solo tengo dos años y apenas sé hablar. Papá poco puede hacer si el día que nací optó por emborracharse y matarse contra un tráiler. Ella está enferma. Cada día toma esa medicina que el hombre calvo le trae cuando no está la abuela. Ella le paga con sus joyas. Ahora hace un par de días que no la toma. No está contenta, creo que he hecho algo malo. Sin duda debe ser eso. Me ha puesto un saco blanco en la cabeza. Siento como nos movemos. Vamos en coche. Ya hemos llegado. Mamá me quita el saco. Aquí está el hombre calvo. Sonríe. Le da a mamá la medicina. Ella se marcha. Mamá ¿A dónde vas? No me dejes sola. Adiós, mamá.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Reflexión III

Tengo más de 500 amigos. Aún así estoy solo. Hablo con todos ellos cada día y, sin embargo, ninguno me conoce realmente. Levanta la vista. El problema está entre mirar a los ojos o mirar un nombre en una pantalla. Porque al volver a mirar a mi alrededor me doy cuenta de que este medio al que llamamos “social” no es nada, excepto cuando encendemos nuestros ordenadores y con eso cerramos nuestras puertas. Toda esta tecnología que tenemos es solo una ilusión. La comunidad, la compañía y el sentido de la inclusión, y aún cuando dejas este dispositivo de ilusión te despiertas para ver un mundo de confusión. Un mundo en el que somos esclavos de la tecnología que dominamos, donde la información es vendida por algún rico y codicioso bastardo. Un mundo de interés propio, de imagen propia, de promoción propia. Donde compartimos las mejores partes, pero dejamos fuera la emoción. Somos felices cuando compartimos una experiencia. Pero ¿Es lo mismo si nadie está ahí? Está ahí para tus amigos y ellos estarán ahí para ti. Pero no habrá nadie en un grupo de WhatsApp. Editamos y exageramos, imploramos atención, pero pretendemos no notar la aislación social. Ponemos las palabras en orden hasta que nuestras vidas brillen. Pero sabemos que si alguien está escuchando estar solo no es el problema. Podemos enfatizar, leer, pintar algo o hacer ejercicio, es ahí cuando estamos siendo productivos y presentes, sin reservas o reparos. Está siendo despierto, atento y le das buen uso a tu tiempo. Así que cuando  estás en público y empiezas a sentirte solo. Pon tus manos detrás de tu cabeza y deja el teléfono a un lado. No necesitas mirar el menú o la lista de contactos, solo hablad unos con otros, aprended a coexistir. No puedo soportar el silencio en un tren lleno, donde nadie quiere hablar por el miedo a parecer loco. Nos estamos volviendo antisociales que no pueden encontrar satisfacción en mirarnos los unos a los otros y mirar a los ojos de alguien. Estamos rodeados de niños que, desde que nacieron, nos han visto vivir como robots y pensar que es la norma. No es probable que seas el mejor padre del mundo si no puedes entretener a tu hijo sin un iPad. Antes, los niños nunca estaban en casa, estaban fuera con sus amigos y sus bicicletas, dándole uso a sus zapatillas y pelándose las rodillas, construyendo una casa en lo alto de un árbol. Ahora los parques están callados, eso me da un escalofrío, el hecho de no ver niños fuera y los columpios ahí quietos.  No hay salto a la cuerda, rayuela, no hay juegos ni carreras. Somos una generación de idiotas, de teléfonos inteligentes y gente tonta. Así que levanta la mirada y apaga la pantalla. Aprovecha los alrededores y haz todo lo que puedas en tu día. Solo una conexión real es lo que necesitas, para que veas, la diferencia que puede marcar el simple hecho de estar ahí. Estar en el momento en el que ella te de esa mirada, que recordarás para siempre porque es cuando te enamoraste. La primera vez que le tomes la mano. El primer beso. La primera discusión, pero que amarás más que a tu vida. El momento en el que no tendrás que twittear lo que has hecho, porque solo querrás compartirlo con esa persona. Cuando vendas tu ordenador para comprarle un anillo a la chica de tus sueños, que ahora es tu realidad. El momento en el que querrás formar una familia. Y el momento en el que tomarás en brazos a tu primera hija, y te volverás a enamorar de nuevo. Las veces que te mantendrá despierto por la noche y lo único que querrás es descansar. Cuando te seques las lágrimas al irse tu “pequeño bebé” del nido. Y cuando vuelva a casa con un niño que puedes sostener y cuando te diga “abuelo” y te haga sentir realmente viejo. El momento en el que revisarás todo lo que has hecho, solo por prestarle atención a la vida y lo contento que estás de no haberla desperdiciado mirando abajo a un invento. El momento en el que tomarás la mano de tu esposa, sentado al lado de su cama, diciéndole que la amas y            besando su frente. Ella te susurrará suavemente, cuando su corazón dé el último latido, que tuvo suerte de que la parase ese chico perdido en la calle en lugar de mirar la dirección en el GoogleMaps. Pero puedes tener por seguro, que nada de esto ocurrirá, no tendrás nada de esto, si estás tan ocupado mirando hacia abajo. No ves las oportunidades que pierdes. Así que levanta la vista de tu teléfono, apaga la pantalla. Tenemos una existencia finita, unos días contados. No malgastes tu vida siendo atrapado por una red, ya que cuando llegue el final, no hay nada peor que el arrepentimiento.
Yo también soy culpable de ser parte de esta máquina. Este mundo en el que somos escuchados pero no vistos, en el que escribimos mientras hablamos y leemos cuando chateamos. Un mundo en el que pasamos horas juntos, sin hacer contacto visual. No te entregues a una vida en que sigas el camino de la masa, dale a la gente tu amor, no un “Me Gusta”. Desconéctate de la necesidad de ser escuchado y definido. Sal a conocer el mundo. Deja atrás las distracciones. Levanta la vista del teléfono u ordenador. Apaga la pantalla. Deja de leer esto. Y vive la vida de la forma real


martes, 25 de marzo de 2014

Bioshock Infinite (Parte 11)

Adormecido en el suelo, Booker pudo ver como Elisabeth manipulaba el panel de mandos (cambiando las coordenadas que él había marcado) y huía por la puerta del dirigible. También vio a un hombre de raza negra pasearse por la cabina, el cual al verle tumbado en el suelo le asestó un puñetazo para dejarlo inconsciente.
Despertó unas horas después en la puerta abierta de la nave. Estaba sobrevolando una inmensa góndola aérea en la cual había unos prisioneros negros picando mientras un Handyman los vigilaba, éste le dirigió una mirada de sorpresa pero no hizo nada.

-Daisy, el aire fresco ha funcionado. Éste está despierto.-escuchó detrás de él.

Se reincorporó girándose para ver quien hablaba. Se trataba del hombre que le había pegado, pero con un gesto más amable. DeWitt intentó armarse, pero debido a su mareo estuvo a punto de caer al vacío de no ser porque su agresor lo agarró de la camisa.

-Así que tú eres ese falso pastor sobre el que tanto hemos oído estos días-dijo una mujer sentada en el dirigible entre dos camillas- Armaste un gran revuelo en la rifa.

-¿Eres Filroy?- preguntó a la chica de raza negra, la cual aparentaba unos veinte años.

-La misma.

-No tengo nada contra ti ni contra Vox Populi. Pero este dirigible del que me tienes colgado es mío, y me hace mucha falta.

-¿En serio? Porque a mí, sin duda, me parece el dirigible de Comstock.

-Mira… No estoy buscando pelea.

-Ya hay una pelea, DeWitt. La pregunta es ¿De qué parte estás tú? Comstock es el Dios del hombre blanco, del rico, del despiadado. Pero si crees en la gente corriente, únete a los Vox. Si crees en la gente honrada, únete a los Vox…

-Solo quiero el dirigible- interrumpió.

-Y los Vox te lo darán, pero antes tienes que ayudarnos. Hay un armero de Finkton que puede suministrar armas a nuestra causa. Consíguenos esas armas, y te devolveremos tu dirigible.-ordenó dándole una pequeña tarjeta.

Acto seguido, el hombre le asestó una patada en el pechó lanzándolo fuera del dirigible. Booker gritó, pero fue interrumpido por su leve colisión contra el suelo.

-Más me vale encontrar a Elisabeth antes de que se vaya.

Delante suyo se erguía una enorme puerta, seguramente llevaría al puerto, la única forma de huir de Columbia. Así que la abrió despacio mientras escuchaba la voz de un capitán gritando.

-Largo de aquí, granuja. Seguramente no quieres saber lo que hacemos con las polizonas bonitas.

Cuando acabó de abrir la puerta se encontró a la chica reincorporándose de la caída del barco. Pero cuando ella notó su presencia se levantó rápido y salió corriendo.

-¡Oye! ¡Espera un momento!

-¡Apártate! ¡No te acerques!

Ella huía cada vez más rápido, mientras Booker lo hacía a duras penas debido a su caída del dirigible. Pero cuado lograba acercarse lo suficiente a ella como para detenerla con Caballo Salvaje, el vigorizador que levantaba a los enemigos por los aires, ella abría un desgarro y de ellos salían desde trenes a comparsas de músicos que impedían el paso a DeWitt o que detenían, con sus consecuencias, el golpe del vigorizador. Por último abrió un desgarro delante de ella en el cual se veían dos soldados de Comstock y se dispuso a entrar.

-¡No! ¡No entres ahí!

La chica saltó hacia el portal y fue apresada por ambos soldados. Justo cuando Booker iba a entrar se cerró. Pero parecía ser que llevaba a alguna parte de ese edificio, porque por la megafonía comenzaron a dar órdenes de llevarla hasta la azotea para que un Handyman se la llevase a la estatua de vuelta. Entonces la vio, en una ventana, intentando librarse de la guardia de Comstock. DeWitt, desesperado comenzó a abrir cajas de armamento. Había de todo, incluso armas que él no había visto en su vida. Entonces lo encontró, un francotirador. Lo levantó, comprobó la munición y apuntando rápido asestó un tiro en la cabeza a uno de los soldados que retenían a Elisabeth. Subió a un raíl y apuntando con una sola mano le voló los sesos al otro guardia. Cuando pasó por la ventana saltó dentro clavándose algunos cristales en el cuerpo.

-¡No pienso ir contigo!- anunció ella abriendo otro desgarro que contenía un ascensor. Entró y bajó rápidamente.

Él volvió a saltar a los raíles ignorando los disparos de los soldados que eran detenidos por el campo magnético. Cuando llegó al piso de abajo se encontró a Elisabeth completamente inmóvil y con cara de preocupación con sus ojos clavados en él.

-Bo-bo-booker…

Rápidamente se giró, pero no le dio tiempo a hacer nada. Un Handyman le asestó un puñetazo con su brazo metálico. Lo agarró de la camisa e impulsándose arrojó a Booker hacia una góndola aérea que había sobrevolando el vacío. Él se reincorporó rápido y se desató el francotirador de la espalda. Apuntó rápidamente al pecho del monstruo, pero éste fue más ágil y le arrojó una caja, la cual le golpeó fuertemente y lo desestabilizó para que cayese al vacío. Ahí fue cuando se dio cuenta que todo estaba perdido, no veía la caída, no había fondo. Se preguntó qué ciudad estaría sobrevolando Columbia en ese momento. Pero entonces, de la nada, apareció un dirigible que frenó su caída. Estaba claro, había sido un desgarro. Entonces, impulsado con Caballo Salvaje se lanzó hacia “tierra firme”. Agarró del suelo una escopeta de cañón ancho (fruto de las cajas que había roto el Handyman) y se encaró hacia el corazón descubierto de la bestia. Y en el momento en el que ésta iba a darle un puñetazo apretó el gatillo y reventó el cristal protector. Sin detenerse rozó la palma de su mano con el dedo corazón y lanzó un rayo de Jinete Eléctrico hacia la máquina, la cual soltó un enorme chispazo y cayó convulsionando en el suelo.
Cansado, se dirigió a Elisabeth, que miraba asustada.

-Gracias, me has salvado la vida.

-Yo te salvo la tuya, tú me perdonas la mía.

Él esbozó una sonrisa cómplice.

-Verás, no es tan fácil… He hecho un trato para recuperar el dirigible.

-¿Puedes sacarnos de aquí?

-Sí, solo necesito suficientes armas como para armar una sublevación del Vox Populi.

-¿Y de dónde sacaremos esas armas? ¿De uno de tus numerosos amigos y aliados? –preguntó sarcásticamente.

-De un armero de Finkton, debería ser pan comido ¿Qué me dices? ¿Socios?

-Eres un mentiroso… Y un matón… Pero también eres mi única forma de llegar a París.

El polígono industrial se hallaba al lado del puerto debido el difícil transporte de la ciudad. Así que, con ayuda de Beso del Diablo, se metieron por la puerta principal a la mansión Finkton., cuyo dueño fue víctima de los efectos de Posesión y se marchó a sentarse al sofá de nuevo.
Llegaron a un gran salón lleno de taquillas lujosas que debían ser para los trabajadores más honorados.

-Booker, esta es la taquilla de Slate, debía trabajar aquí. – anunció Elisabeth mirando unos folios que había dentro- ¿Qué? Es el diario de mi madre ¿Por qué lo tendría Slate? “Mi marido afirma que la niña fue enteramente creada por voluntad divina. Soy creyente pero no estúpida. Su… bastarda… no se criará bajo mi techo.” Mi madre, ella fue la que me encerró en la torre.

-Elisabeth…

-Tan solo quiero salir de esta ciudad. Por favor.

Subieron a un ascensor que había al lado de las taquillas y dentro de éste comenzó a sonar un mensaje publicitario de Finkton.

-Me llamo Jeremiah Fink, y quiero compartir contigo mi credo personal ¿Cuál es la criatura más admirable sobre la faz de la Tierra? ¡Pues la abeja! ¿Alguna vez has visto una abeja de vacaciones? ¿Alguna vez has visto a una abeja cogerse una baja? La respuesta, amigo ¡Es no! Así que yo te digo ¡Sé como la abeja! ¡Sé la abeja!

El elevador se detuvo y el telefonillo que había dentro comenzó a sonar. Elisabeth y Booker se miraron extrañados y él apretó el botón para contestar.
-Emmm… ¿Hola?

-¿Señor DeWitt?- preguntó una voz femenina.

-Supongo que sí.

-Le pasaré con el señor Fink.

-¿Qué pasa?- preguntó Elisabeth.

-¿DeWitt? Aquí Fink. Escúchame, te hemos estado observando y permíteme decirte que ahora mismo eres nuestro principal candidato ¡El principal! Mi colega el Señor Flambeau, te ayudará en lo que necesites.

-¿Pero este hombre no estaba bajo Posesión?- susurró la chica.

-Sí, pero si no me mantengo cerca se acaba y vuelve a la normalidad. Normalmente, si me quedo, acaban pegándose un tiro o algo así.

-Pues parece extrañamente encantado de conocerte.

El ascensor prosiguió su descenso. Pasó por una ventana, desde la cual podía verse una enorme estatua dorada del señor Fink.

-Menudo ego tiene el tío- comentó ella.

La publicidad comenzó a sonar otra vez, ahora acompañada de vistas de la fábrica por dentro, donde podían verse trabajadores en pésimas condiciones.

-Hay quien me dice, Fink ¿Por qué nos pagan en fichas que son solo válidas en tiendas de la compañía? Pues te diré “Que me aspen si voy a permitir que a cualquiera de vosotros os estafen en alguna tienducha dudosa.” Verás, la tienda Fink te ofrece productos Fink, a un precio pensado específicamente para el obrero de Fink.

El ascensor se detuvo en un piso en el que le esperaba un trajeado caballero.

-Bienvenido señor DeWitt. En esta mesa encontrará objetos que le pueden ser útiles durante su estancia.

-¿Qué quiere Fink de nosotros?- preguntó la chica.

-Disculpa, el interés del señor Fink se limita estrictamente al caballero.

-Pero ¿Por qué?

-Lo siento, pero cualquier pregunta  relativa a la solicitud del caballero deberá formularse directamente formularse directamente al Señor Fink.


Entonces se marchó, apretando por el camino una palanca que abría una enorme puerta detrás de donde él estaba antes.

jueves, 6 de marzo de 2014

Bioshock Infinite (Parte 10)

Elisabeth no hizo comentario sobre ello, creando así un silencio incómodo. Continuaron su caminata hacia un ascensor que había en la misma plaza. No sabían a donde iba, pero no tenían otra salida. Booker pulsó el botón con su mano vendada, a penas le dolía, estaba acostumbrado a aguantar el dolor.

-Me parece que no entiendo muy bien como… haces lo que haces. Esos desgarros.

-Siempre lo he visto como puertas. Cuando era más joven no solo abría los que me encontraba. Recuerdo crearlos.

-¿Crearlos?

-Recuerdo ir adonde me apetecía, pero siempre quería volver…

-¿Dónde?

-No lo sé ¿Con mi familia?

-Ah… ¿Cómo haces eso? Sea lo que sea.

-¿Recuerdas que dije que he tenido mucho tiempo para leer? Pues intenté descubrirlo. He leído libros de física y temas así.

-¿Sí? ¿Y qué aprendiste de ellos?

-Que entre lo que vemos y lo que es media un mundo de diferencia.

No dijo más, continuó andando hacia la máquina que requería Jinete Eléctrico. N            ada más llegar, Booker se equipó con el vigorizador que empezó a lanzar rayos a todas las superficies de metal. Agarró la palanca y estiró de ella. Un mecanismo se accionó y de unos raíles comenzó a bajar una cabina, y mientras descendía comenzaron a sonar los altavoces de la ciudad.

-¡Te abandonará, mi dulce Elisabeth!- gritó Comstock- Cuando tenga lo que necesita te dejará sola ¿Qué otra cosa cabe esperar de un mentiroso asesino de mujeres?

-Comstock…-susurró DeWitt con ira.

-Padre… profeta…- clamó Elisabeth- Seas lo que seas me voy a ir, y no podrás hacer nada por impedirlo.

-Mi dulce niña, en eso es en lo que te equivocas.

Se escuchó un enorme ruido metálico detrás de Booker, éste se giró y allí estaba, aquella criatura llamada Handyman, cuerpo robótico y cabeza humana, que exponían en las ferias. Aprovechó su mano llena de rayos para lanzar una corriente hacia él, pero para su sorpresa no se inmutó, es más, su cuerpo se llenó de rayos y al golpearle con su puño metálico le pegó un fuerte calambrazo.

-¡Booker! ¡Mira!- gritó Elisabeth señalando una especie de robot con la figura de Abraham Lincoln que empuñaba una ametralladora y parecía estar fijando a DeWitt.

Se lanzó encima del Handyman y abrazó su cabeza. El campo magnético lo mantuvo pegado a su cuerpo mientras el padre fundador le disparaba con una gatling. Todas las balas se quedaban retenidas en su espalda gracias al escudo. Entonces saltó hacia atrás y con un impulso de las manos dirigió todo el plomo que llevaba encima hacia la pequeña escotilla que llevaba el Handyman en el pecho por el cual podía verse su corazón. Con par de balas se rompió dejando caer un líquido poco espeso. Entonces aprovechó y utilizando Jinete Eléctrico arrojó una descarga hacia aquel fluido, electrocutando así el corazón de la máquina que cayó inerte en el suelo. Luego se equipó con posesión y haciendo parkour por las fachadas logró alcanzar al robot del Abraham Lincoln y poniéndole una mano encima lo cubrió con aquella llama verde, con lo cual lo controló para que fijase su propia cabeza como objetivo. Cuando aquella máquina se hubo volado los circuitos, volvió a donde estaba Elisabeth escondida, le extendió la mano para que se levantase y montaron en la cabina que ya había bajado y ella utilizó una horquilla de su pelo para abrir la puerta de mandos en la que DeWitt accionó la palanca para subir.

-Mientras estabas inconsciente en la playa repetías el nombre de una mujer… “Anna”.

-No quiero hablar de ese tema.

-Lo siento, no debería haber husmeado… Dime ¿De dónde eres, Booker?

-Nueva York.

-¿Y qué hiciste allí?

-Asuntos de este tipo, nada que se preste realmente a incluirlo en un currículum.

-Menos mal que apareciste justo cuando lo hiciste.

-¿Cómo te crees que acabé aquí? Aposté. Y ahora debo dinero a tipos con los que no me conviene estar en deuda. He venido a saldarla. Lo de rescatarte… ¿Por qué crees que ha sido? ¿Por caridad?

-¿Quién te ha enviado?

-Alguien que estaba dispuesto a ocuparse de mi deuda a cambio de ti.

Ella le dirigió una mirada furtiva, pero no dijo más porque ya habían llegado. Y ¿Cómo no? Otro ascensor. Dentro había un cartel con la marca AD.

-Vaya, pues parece que te llaman el falso pastor.

-Y a ti el cordero.

-Preferiría no tratarnos así.- reculó.

-Por mí bien- respondió guiñándole el ojo.

-¿Y cómo crees que sabían que vendrías aquí?

-Pues, o tienen un profeta de su parte…-insinuó seguido de la risa sarcástica de Elisabeth- O los que me contrataron les dieron las señales.

-¿Por qué?

-Ni idea…

Cuando el elevador se detuvo y las puertas se abrieron, quedó a la vista la puerta del dirigible Primera Dama. Una vez dentro, Booker, mirando el mapa, ajustó las coordenadas para dirigirse a París.

-¿Estás bien?- preguntó al ver preocupada a la joven.

-Quiero ver París. Y también quiero ver… todo.

-Bueno, eso es cosa tuya ahora, nadie te lo…

-Espera… ¿Qué es eso? Cuarenta norte por setenta y cuatro oeste. Eso no es París ¡Es Nueva York!- interrumpió Elisabeth mirando las coordenadas que Booker marcaba.

-¿Cómo sabes eso?

-Si algo que tenía en la torre era tiempo, DeWitt, tiempo para estudiar cosas como geografía.

-Debía dinero, y había un tipo que me ofreció liquidar mi deuda a cambio de ti.

Ella comenzó a llorar y de espaldas a Booker.

-Vamos, eh, no llores. Todo va a salir bien, date la vuelta y habla conmigo.

La chica detuvo su llanto, y con un movimiento rápido le golpeó en la cabeza con una llave inglesa que había encima de la mesa de controles. Él cayó al suelo inconsciente.

lunes, 3 de febrero de 2014

Bioshock Infinite (Parte 9)

-No, no puede ser…

-Lo que quiere es que sigas sus pasos.

-¡Y yo quiero un perrito, pero eso no quiere decir que lo tendré!

Elisabeth corrió hacia la puerta y la abrió de golpe entrando en una sala de suvenires llena de armamento. En el suelo había huellas de sangre.

-¿Ves Booker? Quizás seas el hombre que recuerdo. O quizás no. No importa. Comstock tomó nuestras historias y les suprimió nuestra alma ¡Borró mi puto nombre! Ahora viene a por mí, y cuando yo no esté no quedará más que la mentira- gritó Slate por los altavoces.

-¡Danos lo que vinimos buscando!

DeWitt siguió las huellas y entró en un pequeño almacén. Había cadáveres apilados sobre una caja con el emblema de Jinete Eléctrico. Él los saqueó y los apartó para poder abrir el baúl. Estaba vacío.

-Han saqueado todo el lugar, ya no queda Jinete Eléctrico.

-Se lo habrá llevado Slate… ¡Mira!- gritó Elisabeth señalando una pequeña compuerta detrás de una caja fuerte.

Él la abrió y entró empuñando una carabina que encontró en el suelo, la chica le siguió. Llegaron a un jardín con trincheras por todas partes, parecía que había sido un campo de batalla un rato antes. En el cielo comenzaron a verse dirigibles a motor que se situaron rápido encima del descubierto. Con las luces de éstos pudo verse en una pared, escrito con sangre, la frase “Merecemos un soldado muerto”.

-¿Qué es eso?

-Los navíos de Comstock. Vienen a por Slate.

- ¡Fue Slate quien mató en Wounded Knee por su país! ¡Fue Slate quien asaltó las puertas de Pekín! ¡Slate!- se oyó por la megafonía.

-¡Slate!

-  Ya viene Comstock, Booker. Pero nuestras vidas no le bastarán ¡No! No descansará hasta que nos convierta en hojalata ¡Pero no se lo permitiré! Ya me ha robado mi pasado ¡No me arrebatará nada más!

-Danos el puto vigorizador ¡No hace falta esto!

-¡Os aguarda una muerte de soldado, chicos!

 Una figura iluminada apareció de la nada en el centro del jardín y arrojó un proyectil de algo que parecía ser Jinete Eléctrico hacia Booker, el cual pegó un salto hacia un lado y lo esquivó. Entonces, de todos lados comenzaron a salir soldados  los cuales fue eliminando uno por uno con ayuda de los vigorizadores y su carabina. Era un caos, el hombre eléctrico despareció entre la multitud para evitar a los cuervos devoradores de ojos que se materializaban de las manos de su enemigo. Cuando hubo acabado con todos ellos continuó recorriendo los pasillos del museo acompañado de Elisabeth que había aguantado la pelea entrando y saliendo de desgarros, en los cuales cerraba cuando alguno de los soldados intentaba entrar, amputándole así algún miembro, la cabeza a poder ser.  La caminata les llevó a un pasillo protagonizado por una estatua del profeta con una enorme puerta blanca al final. La chica se acercó corriendo y la abrió, dejando a la vista una fuente con un cadáver tirado encima. Éste tenía en la mano una botella de Jinete Eléctrico. El viajero fue a agarrarla, pero cuando lo tenía a unos milímetros el “muerto” levantó una mano.

-¡Esto no ha terminado, soldado! ¡Termínate todo lo que hay en tu plato!-gritó Slate dejando a ver su rostro al mirar hacia Booker extendiendo una pistola Mauser- ¡Termínalo! ¡Acaba conmigo!

Sí, estaba pidiendo que le matase. Su cuerpo anciano no había aguantado el Jinete Eléctrico. DeWitt agarró el arma y la arrojó al suelo.

-¡Hombre de hojalata! ¡Vas a acabar igual que todos!

Se agachó, cogió la botella y bebió las últimas gotas. Entonces todo se volvió azul, de todos lados comenzaron a salir rayos morados que impactaban contra sus manos y se solidificaban creando pequeñas rocas violetas que rodearon sus extremidades. Cuando desapareció la electricidad de su alrededor, las piedras intercambiaban ondas eléctricas y formaban chispas al impactar. Booker llevó su índice a la palma de la mano para activar Posesión y acabar con todo ese jaleo.

-¡Menuda pasada!

-Le has perdonado la vida…

-No ha sido un favor, los hombre de Comstock se lo llevarán.

-¿Alguna vez te acostumbras? A matar digo…

-Más rápido de lo que te imaginas…

Continuaron andando por las galerías del museo buscando la salida, que no debía estar muy lejos. La chica parecía querer decir algo, pero no se atrevía.

-Boker…

-¿Qué pasa?

-Veo… veo que te molesta lo que dijo Slate…- dijo en voz baja- Me has demostrado que a veces hay que hacer lo necesario para sobrevivir.

-Una cosa es matar para sobrevivir, y otra muy diferente es disfrutar con ello…

-Booker…

-Mira, pareces una persona decente. Dicho esto, cuanto menos sepas de mí, tanto mejor.


(Y aquí  da por terminada la primera hora de juego, os agradecería mucho  que os pasaseis por los comentarios a decirme qué tal os ha parecido. De esta forma me motivaría bastante a seguir escribiendo esta saga que tanto os gusta. Un saludo a todos)

sábado, 1 de febrero de 2014

Hora de reirse un poco con Tiparraco

Hola amigos y familiares ¿Qué tal estamos? Espero que bien.
Como veis, estamos a punto de llegar a las 50 entradas en el blog, y por lo tanto tendré que hacer algo especial para conmemorarlo, y por ello voy a cambiar la temática de la página por un momento.
Como bien sabemos, hay una página que está haciendo girar las redes sociales al rededor suyo, esta página es YouTube. Una comunidad donde cada uno puede subir vídeos de cualquier tipo de contenido para el disfrute de los demás. Creo que todos sabemos que es Youtube, así que vamos al grano. Hace un tiempo tuve la oportunidad de conocer a un "youtuber" que vale la pena (con ello me refiero a variedad y talento) y que vivía en Zaragoza. Su nombre es TiparracoSA, se dedica a hacer bromas de cámara oculta, algo que me fascina tanto por lo que me río como por los huevos, con perdón, que hay que tener para hacer este tipo de vídeos, dado que la reacción de la gente no siempre es la que se desea.
Y dado que siempre me decís que escribo cosas muy macabras y podría dedicarme a repartir un poco de humor, os traigo aquí un vídeo de este hombre con el que tenéis risas aseguradas. Os animo a que lo veáis, paséis por su canal y os suscribáis dado que no tiene pérdida. También quiero agradecerle que me dejase hacer esta entrada en el blog. Un saludo a todos, y disfrutad.